Viento Solar, un lugar para soñar con la almohada cerca del mar

octubre 19, 2021 Diario de viaje, Fotografía de naturaleza, Los lugares más hermosos de Colombia

Dormir con las olas reventando cerca de mi almohada fue un sonido que se me grabó en la infancia y que vine a recobrar en un lugar mágico llamado Reserva Viento Solar. Pero esta historia no empieza conmigo, es mucho más antigua, viene desde un sueño de mi mamá. Ella nació en 1928, en una época donde las niñas estudiaban, rezaban y aprendían a coser, pero ella soñaba con ir de camping. Obviamente, no pudo hacerlo mientras era joven, pero cuando pudo decidir, lo hizo con nosotros, sus cinco hijos y mi papá la secundó. No conocíamos a nadie que hubiera ido de camping, pero ella con un espíritu inquebrantable, se sentó en su máquina de coser, nos hizo las bolsas de dormir y las colchonetas; organizó una cocina portátil a pesar de que no sabía cocinar, se armó de linternas, ollas, un barril de agua y unas viejas y pesadas tiendas de lona. Unos meses después partimos con rumbos insospechados.

Muchas de esas excursiones fueron a la playa, dormíamos a la orilla del mar y tal vez lo que más recuerdo de esos viajes mágicos, era el sonido de las olas reventando cerca de la carpa. Hoy en día no es tan fácil dormir al lado del mar, las casas o los hoteles están retirados de la orilla y muchas veces son unidades selladas con aire acondicionado y con todas las “comodidades de la vida moderna”.

Yo guardé este recuerdo deseando repetirlo hasta que llegué a Viento Solar. Este fue uno de los primeros lugares que tuve en mi lista de deseos para este viaje, aún antes de llegar a Colombia. Me enamoré de su nombre, de algunos vídeos que vi, de las aves y de la riqueza de su fauna y su flora. Pero como siempre, no investigué mucho más, porque prefiero sorprenderme y con Viento Solar me llevé muchas sorpresas.

A pesar de que esta región se encuentra en el Caribe colombiano, el trayecto desde Santa Marta me tomaría más de 8 horas de viaje, ya fuera por carretera o por avión. No había vuelo directo y debía hacer una escala de varias horas en Medellín o Bogotá y luego tomar otro vuelo a Montería. Desde el aeropuerto, todavía me faltarían tres horas por carretera. Finalmente tomé la decisión y organicé el programa, decidí hacerlo todo por tierra para poder conocer la región, pero una vez más, el destino me hizo una jugada, ¡Zas! Recibí un mensaje de mi conductor y guía, diciéndome que no podía transportarme. En solo unas horas debía encontrar un nuevo transporte o cancelar definitivamente el viaje. Hablé con varios transportadores y no podía encontrar a alguien que me llevara ocho horas y se regresara sin pasajeros, es decir, debía pagar el servicio de ida y vuelta. Rápidamente miré mis opciones y finalmente decidí seguir adelante con mi plan y afortunadamente encontré quien me acompañara en la correría. A las diez de la noche ya tenía mi equipaje listo y me fui a descansar por unas horas antes de que me recogieran a las 4:00 de la mañana.

Una vez me acomodé en el auto, me relajé y decidí disfrutar mi nueva aventura. Las primeras seis horas de camino pasaron sin novedad, recorrí campos cargados de niebla, vi el amanecer, crucé ríos y finalmente llegué a la población de Moñitos, en el departamento de Córdoba y donde yo creía que era mi destino final, hasta allí había contratado el transporte. Pero no era así, debía ir hasta Río Cedro, un pueblo a una hora, por una carretera de tierra que más parecía una trocha, porque en época de lluvia se convierte en un lodazal. Río Cedro es una pequeña y singular población con sólo un par de calles, unas pocas casas y una biblioteca que vino a reemplazar la cárcel. Allí me esperaba otra sorpresa, para llegar a la reserva debía ir en motocicleta porque no había carretera.

Nunca me había subido a una, les tenía terror, pero obviamente ya no tenía opción. Después de 8 horas de viaje, el conductor que me trajo ya se había regresado y no podía quedarme paralizada en el pueblo. Conseguí dos motos, una para mi equipaje y mis cámaras y otra para mi. Yo iba abrazada a un joven que me aseguraba que me iba a “encantar” la experiencia, fueron dos eternos kilómetros, en lo que se podría llamar una pista de motocross. Cruzamos a través de la playa, en medio de las olas, entre el bosque, subiendo y bajando por lugares tan estrechos, que las ramas de los árboles nos rozaban la cara y los brazos, volábamos en medio del pantano y cruzamos puentes angostos con sus tablones rotos. 

Más de la mitad del recorrido lo hice con los ojos cerrados y cuando podía abrirlos veía pasar rápidamente mariposas multicolores, hongos fantásticos, enredaderas trepando por los troncos de árboles gigantescos y finalmente el mar Caribe con sus olas reventando contra el bosque. Al llegar a tierra firme, me di cuenta del maravilloso lugar donde estaba y todo el estrés de las últimas 24 horas desapareció como por encanto.

Me recibió la “Mona Posada”, creadora de este hermoso refugio con su amplia sonrisa y un abrazo fuerte. 

Me dio la bienvenida a este laberinto de colores, donde su arquitectura orgánica y abierta se entrelaza con la naturaleza a través de jardines, mosaicos multicolores, pinturas de aves y jaguares y artesanías creadas por artistas locales y visitantes que han ido dejando su huella en este lugar por más de treinta años.

Viento solar es un lugar único, donde se vive en medio de las flores, los colibríes, el mar y unos árboles que parecen salidos de un libro de fantasía para niños. La vida es simple y hermosa, como debe ser.

La Mona me asignó una cabaña donde desde mi cama puedo ver el mar y donde sus puertas abiertas, me permiten escuchar el sonido de las olas durante la noche. Puedo ver la luna y sentir la fuerza de las tormentas y me despiertan los monos aulladores, los periquitos y los carriquíes cada mañana.

Apenas estoy empezando a descubrir este hermoso lugar y del cual tendré muchas otras historias para contar.

Comentarios

7 respuestas a “Viento Solar, un lugar para soñar con la almohada cerca del mar”

  1. Leer a la madrugada sus crónicas ver sus fotos y videos es la mayor forma para mí de despertar y recibir el día. Me llena de esa energía buena que nos induce a continuar pues nos muestra que la vida es simple y sencilla tal como la creo Dios.

  2. Vicky me encanta como me transportas a tus aventuras, las sigo como un acompañante asombrado de toda la pintoresca travesía a qué me veo Involucrado y marabillado con tus relatos y postales fotográficas.

  3. Gracias Victoria .en cada imagen y cada historia das tanto. Es fascinante conocer esos lugares, paisajes,flora,fauna. Yo jamás haría un recorrido de esos pero fantasíando en tus aventuras disfruto la aventura.

  4. Que maravilloso lugar! Gracias por compartir tus aventuras y experiencias. No veo la hora de ver mas fotos de esta aventura mágica!

  5. Doña Victoria me encanta su narrativa y su trabajo. Nos transporta a sus viajes. Debe ser una experiencia maravillosa. Mi completa admiración. Un abrazo desde Cartago Valle del Cauca.

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