Una historia de águilas
Mi primera visita a Rialto Beach no fue muy exitosa, al llegar yo no tenía muy claro donde debía ir para ver los charcos de marea y a pesar de que era en la primera semana de junio, hacía muchísimo frío, había vientos fuertes y una neblina tan espesa que escasamente dejaba ver el mar. Traté de acercarme donde suponía que debían estar, pero cruzar sobre los troncos y las rocas fue imposible. Después de trepar, subir y bajar por un par de horas, me di por vencida.


Durante mi segunda visita, el cielo era azul y la temperatura estaba un poco mas alta. Ya había ubicado en un mapa el punto exacto donde quería ir y comencé a caminar por la playa que no era de arena sino de piedras pequeñas y pulidas.

No se veía tan difícil y pensé que los 6 kilómetros que debía recorrer no iban a presentar ningún problema. Empecé caminando con mucha energía y optimismo, pero pronto me di cuenta de que cada paso que daba se hacía mas difícil. Las piedras parecían unas ventosas que succionaban mis pies, sacar un pie para dar el siguiente paso era difícil y mientras descargaba mi peso en el otro pie, este se hundía más profundamente.

Ensayé a caminar sobre las piedras más grandes, las más pequeñas, las más húmedas, las más lejanas a la orilla, pero no hacía ninguna diferencia. Al final, simplemente traté de tomarlo con optimismo, pues era una nueva experiencia.

Después de un buen trecho vi un águila calva sobre la ultima rama del árbol más alto. Estaba allí vigilando el océano y aunque no traía mi mejor lente para aves, ya que iba en busca de moluscos, comencé a fotografiarla. Fue una experiencia fascinante.

De repente comenzó a mirar hacia atrás, es posible que hubiera oído algo que yo no escuché por el estruendo del oleaje y el viento, pero muy pronto me di cuenta de qué o a quién estaba esperando: a su pareja.

La pareja de águilas estuvo un rato descansando sLlega la hembra a posarse a su ladoobre las ramas del altísimo árbol, simplemente observando el mar.


Luego el macho que es mas pequeño voló primero, después lo hizo la hembra. Era difícil seguirlos con la cámara porque estaban bastante lejos de mí, pero especialmente por el viento que golpeaba con fuerza mi lente.












¡Fue una experiencia maravillosa! Siempre me emociona encontrar estas águilas gigantescas deslizándose entre las corrientes de aire. Subiendo, bajando, planeando y girando. Allí me olvidé de lo difícil que fue llegar ese lugar y agradecí tener la cámara entre mis manos.
Una aventura espectacular 🎉 Y la forma de narrarla nos hace vivir cada momento como si hubieramos estado allí!! Gracias por compartir!!
Gracias!!