Una caminata bajo la lluvia entre Caldas de Reis y Padrón (día ocho)
Hoy iniciamos nuestra caminata bajo la lluvia entre Caldas de Reis y Padrón (día ocho). Habíamos tenido suerte y los días anteriores habían sido esplendorosos, pero sabíamos que Galicia es una de las zonas más lluviosas de España, lo que la hace húmeda y verde.

El cuidado de los pies
Una hora antes del amanecer y antes de salir del albergue, dedicamos un buen tiempo a la rutina del cuidado de los pies. Masajes, estiramiento, vaselina, crema caliente, banditas para evitar las ampollas, calcetines con dedos y la última tecnología: calcetines con hilos de plata (no sabemos exactamente qué son, ni cómo funcionan, pero de todas maneras los usamos). Hasta ahora vamos invictos, ni una sola ampolla, pero los pies si requieren de nuestro tiempo extra.
El desayuno
Aún no había despuntado el día cuando terminamos de vestirnos y de empacar las mochilas. Salimos del albergue y caminamos a la panadería del barrio dónde parecían reunirse los mismos comensales cada día. El señor con su férula por una cirugía reciente, el vecino protestando por el clima, la mesera que se arrima a ayudar al más veterano mientras le acomoda su gorro con cuidado maternal y el panadero que sale a quejarse porque su café siempre está frío.
Después de probar los bollos, pasteles, panes y churros, nos preparamos para iniciar la caminata. ¡Cuando estábamos por salir comenzó a llover!
El encuentro con la lluvia

Así que tuvimos que regresar a colocarnos la ropa impermeable, pantalones, polainas, chaquetas, gorros, guantes y poncho y las bolsas para recubrir las enormes mochilas. Al terminar, no podíamos movernos por la incomodidad y la risa.
Finalmente fuimos acostumbrándonos a las capas que llevábamos encima y empezamos a caminar con más soltura. Estuvimos todo el día bajo una lluvia pertinaz pero no muy fuerte, que depositaba con delicadeza sus brillantes gotas sobre la hierba y las hojas.
















¿Qué son los hórreos?
En el camino encontré unas construcciones que no podía saber su utilidad, podría describirlas cómo unas ermitas elevadas, muy estrechas, sin puertas, ni ventanas, sostenidas en pilares de piedra. En un principio pensé que podrían tener alguna función religiosa porque casi todas tenían cruces en el techo. Pero ¿cuál podría ser? Cuando encontré en mi camino a una persona que parecía ser de la región me dijo que eran hórreos, para guardar maíz. No me dio más explicaciones, escribí el nombre que el no supo decirme cómo sé escribía. Quería buscarlas y salir de dudas.

Cuando Google entendió qué buscaba apareció mágicamente el nombre ligado a la imagen. Un hórreo es una construcción destinada a guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad y de los animales para mantenerlos en un estado óptimo para su consumo. Está levantado sobre pilares para evitar la entrada de roedores y permite la ventilación a través de ranuras en las paredes laterales.

Aunque se encuentran en culturas milenarias en el África y los países árabes, en la península ibérica parecen haberse construido desde la época de los romanos. Esta antigua pintura nos muestra su uso desde la edad media. (Hórreo. (2023, June 7).
Un descanso para los peregrinos
Los mejores momentos los vivimos en los pequeños cafés y posadas donde no tomábamos una taza de té para calentarnos, pero sobre todo para conectarnos con la gente del lugar que siempre se interesaba en saber nuestra procedencia y nuestra historia. Ellos a su vez nos compartían sus anécdota y nos ofrecían artesanías que fabricaban con sus propias manos. Esos momentos maravillosos fueron las mejores experiencias que atesoro en mi memoria.



¿Cuánto hemos caminado?
Ya nos aproximamos al final de nuestro recorrido y hasta ahora, hemos caminado un promedio de 20 a 25 kilómetros diarios y quemado entre 1500 y 2000 calorías cada día. (Según datos confiables de mis acompañantes). El peso de las mochilas es lo que más dificulta el camino, pero a la vez nos da la flexibilidad de poder caminar hasta donde queramos, sin tener que ajustarnos a un calendario definido previamente.










Los últimos kilómetros siempre son los más difíciles porque el tiempo parece detenerse y los kilómetros se estiran. Llegamos a la población de Padrón al anochecer, hambrientos y cansados. Comimos una tortilla española y el vino de la casa servido en tazones de porcelana blanca y fuimos a nuestro albergue a caer exhaustos en nuestras camas.
Yo vi un hórreo en Nueva Zelanda, esa construcción elevada y más bien pequeña me llamó la atención y ahora con su explicación caigo en cuenta para que era
Me encanta!!!
Momentos maravillosos !!!!
Gracias
Gracias Lina, por tu apoyo constante