El Amazonas, hogar del Hoatzin
Sumérgete en el exuberante y vibrante mundo de la selva amazónica a través de esta fascinante pintura en acuarela.
Un sueño que me abrió caminos
Desde niña, siempre tuve el intenso anhelo de visitar la región del Amazonas colombiano, y cuando por fin pude hacerlo, ya de adulta, fue como entrar a un mundo de fantasía. Penetrar en la selva, recorrer los ríos, caminar por los senderos y dormir en la cúpula de los árboles más altos me trajo sensaciones desconocidas. Todo era nuevo: los sonidos, el aroma, las plantas y, sobre todo, los animales. Muchos de ellos me resultaban tan extraños que parecían sacados de la ciencia ficción.
El deseo de la pintura
Después de recorrer la selva con mi cámara en mano, imaginé que podría plasmarla en una pintura. Pero ese sueño era tan grande que no cabía en ninguna de las hojas de papel que utilizo para pintarmis aves. Deseo que quienes vean mi pintura terminada, puedan sumergirse en ese mundo mágico que ya vivía en mi mente y, especialmente, en mi corazón.
Encontrando el momento y el lugar
Mi vida nómada no me había permitido encontrar dónde ni cómo convertir esa quimera en realidad. Sin embargo, cuando hice una pausa en mi camino, los astros se alinearon y encontré el lugar perfecto. Gracias a la bondad de aquellos que creen en mí, me prestaron un espacio en la orilla del mar, con la intensa luz del verano, el canto de las aves playeras y la paz necesaria para dedicar todo mi tiempo a recrear lo que había guardado durante tantos años.

El boceto
El primer boceto ya lo tenía claro en mi mente. A pesar de la cantidad infinita de criaturas que habitan en el Amazonas, deseaba dibujar algunas que me habían sorprendido especialmente. La principal fue el ave más extraña de nuestro planeta, una pava llamada hoatzin.
Esta hermosa y extraña ave vive en las zonas húmedas tropicales de América del Sur. Tiene una cabeza pequeña, su cara azul carece de plumas y tiene un amplio penacho rojizo en la cabeza.
Pero no solo tiene un plumaje bellísimo, sino también una historia muy peculiar. Desde el siglo dieciocho, cuando fue descrita por primera vez, no se ha podido encontrar ninguna otra ave que pertenezca a su género, y no tiene parientes cercanos. Sus ancestros desaparecieron de la tierra hace miles de años.

Construyendo el hábitat de hoatzin
Alrededor del hoatzin, fui construyendo su hábitat: el río, los árboles con sus extraordinarias lianas lechosas que se desplazan apoyándose y estrangulando a los árboles y palmas que encuentran en su camino hacia la luz. El hongo gigante en forma de copa, las guacamayas azules volando libres sobre las selvas y los ríos, los monos ardilla con su mirada dulce y sus manos enguantadas en felpa amarilla. El tucán pichí bandirrojo (Collared Araçari) y las oropéndolas (Psarocolius bifasciatus) con sus largos nidos tejidos.
Su nombre común, de “pava hedionda”, se refiere al olor que despide, lo cual la favorece porque no ha sido cazada como alimento. Su sistema digestivo se asemeja más al de las vacas, que al de las aves. Se alimenta únicamente de hojas y tiene un buche antes del estómago donde almacena la vegetación y la fermenta para poderla asimilar y de ahí su peculiar olor.
Pero esta no es su única característica asombrosa. Su ADN demostró que ellas evolucionaron por separado hace unos 64 millones de años, cuando los dinosaurios se extinguieron y se le ha declarado como un «fósil viviente». Sus polluelos nacen con garras en las alas como el reptil volador Archaeopteryx extinto hace millones de años.



El desarrollo
Creo que nunca trabajé tan intensamente en un proyecto como en este, con pasión, pintando de día y soñando de noche. Robándole horas al sueño y recordando las biografías de aquellos que, como yo, cayeron en esa fiebre creativa que no deja espacio para nada más. Ahora, cuando el final está cerca, empiezo a postergarlo.
Este proyecto se ha convertido en parte de mí y no quiero perderlo. Cada día surgen nuevas ideas y tengo que contenerme, porque el papel ya no puede recibir más sueños. Las hormigas arrieras, la lagartija, la mariposa morfo, los pericos, el jacamar de orejas blancas (White-eared Jacamar) y la monjita piquirroja (Black-fronted Nunbird).
Si mi deseo es que vivan cómodamente en su hábitat (mi papel), necesitaría regalarles su propia selva.









La selva inundable
El minucioso proceso de la acuarela sigue su curso. He estado trabajando en la parte izquierda de la obra, tan detallada que pareciera que el tiempo sé ha detenido. La piel del pequeño caimán me tomó varios días de trabajo, ya que cada una de sus escamas cambia de tono según la dirección de la luz.
En la parte de atrás se encuentra una palma, este fue uno de los primeros elementos que escogí cuando hice el boceto. Las selvas de la amazonia son inundables y cuando sube el nivel del agua, la vegetación queda sumergida, dejando unas rallas de colores sobre la corteza de los troncos. Estas franjas son colonizadas por líquenes, hongos y musgo que le dan un colorido impresionante. Todo un ecosistema sobre la superficie de la corteza que contrasta con los tonos de la hojarasca en el suelo.


El final
Cada uno de los personajes fueron surgiendo de mis recuerdos, de mis imágenes y de la historias que he escuchado durante mis caminatas en la selva, todos ellos han encontrado su espacio en mi papel, los caimanes descansando sobre la arena, los monos mirándome con curiosidad desde los árboles, los loritos despertándome con sus alegres parloteos cerca de mi chinchorro, los árboles cargados con los fascinantes nidos de las oropéndolas y los tucanes con sus fantásticos picos.
La satisfacción de terminar mi pintura solo se iguala con la emoción de volver a la selva, muy pronto estaré volando nuevamente a caminar en esos bosques maravillosos.
Sé que no me despido de este proyecto que apenas comienza en mi mente y espero que la vida me permita seguir trabajando en los ecosistemas de Colombia.
