Mi viaje hacia Durango y el río de las ánimas perdidas
Siguiendo mi viaje hacia el oeste, salí muy temprano de Amarillo, en Texas, hacia Durango, en Colorado. Muy pronto me di cuenta de que ya estaba en otro mundo, el desierto se extendía hacia el infinito.

Hay algo maravilloso en este viaje y es que estoy recorriendo lugares completamente nuevos para mi y el paisaje, aunque en su mayor parte sea desértico, cambia de colores todo el tiempo, no solo la tierra. sino también los colores del cielo. Desde los tonos pasteles del amanecer, hasta los rojos y naranjas al ponerse el sol.


En el camino podía ver como cambiaba también la vegetación, en algunos lugares había pequeños pinos, en otros solo arbustos o simplemente arena y rocas.

Después de cruzar la ciudad de Albuquerque se entra a una zona montañosa donde los accidentes geográficos conservaron sus nombres originales en español. Aquí podemos ver en este mapa que encontré en la carretera, lugares como Agua fría, Las Golondrinas, Santa Ana, Angostura, Bernardillo, Sandía, Manzano, Pajarito, Arisco…

Desde lejos se ven las montañas rocosas y al ir subiendo en altitud, la temperatura sigue bajando y aparece la nieve acumulada a lado y lado del camino. Los ríos tienen una capa de hielo que los cubre.

Creo que me detuve en cada puente del camino me a disfrutar de los hermosos colores del invierno: los tonos rojizos de la tierra, los dorados de las plantas y el blanco del hielo y la nieve.

El día terminó en la pintoresca ciudad de Durango donde las leyendas se mezclan con la realidad de una población que creció en medio de la fiebre del oro, el desarrollo del ferrocarril y los mitos de los mineros.
El nombre de Durango lo recibió de los primeros pobladores quienes venían de la ciudad de Durango en México. Esta a su vez, recibió su nombre de la ciudad de Durango en España, la cual proviene de la palabra vasca de “Urango” que significa “la ciudad del agua.”
Ahora volvamos al Durango de Colorado. La ciudad está rodeada por las montañas de San Juan y a orillas del río de las “Ánimas Perdidas,” en el valle del Purgatorio.
Aún no es muy claro como fue que el río recibió este nombre. Hay muchas leyendas al respecto, las mas antiguas hablan acerca de los primeros colonizadores que perdieron la vida al tratar de cruzar sus aguas heladas.
Años mas tarde, se dice que un grupo de mineros perdió la vida en una avalancha y que sus cuerpos no pudieron ser encontrados, ni sepultados. Según las creencias de sus compañeros, estas ánimas perdidas no podrían entrar al cielo sin antes pasar por el purgatorio.
Otra teoría habla de las aguas venenosas que traía el río, como producto de la explotación minera, pero que los pobladores de sus riberas, aguas abajo, no podían explicar. Estas aguas enfermaron a la población, a los animales y contaminaron los cultivos. Después vinieron los desechos radiactivos y muchos otros contaminantes que han afectado a los habitantes de Durango.
La leyenda de las animas perdidas sigue tan viva hoy como siempre y lo cierto es todos estos nombres se han conservado por cientos de años y siguen arraigados a sus orígenes y sus leyendas.
Son historias que motiva leer, muchas gracias y saludos.
Muy lindo te felicito, te quiero y graciss por compartir
Hermoso el viaje que estás haciendo y como siempre reflejado en esas maravillosas fotografías, mil gracias por compartirlo!