El hechizo de las montañas Appalches

octubre 6, 2023 Diario de viaje, Los lugares más hermosos de los Estados Unidos, Parques Nacionales de los Estados Unidos

El amanecer

Algunas veces el sol sale tímido y no se deja ver, se esconde en la lluvia y la bruma, otros días sale alegre y resplandece jugando con los colores que le regalan las nubes.

Me gusta tener las cortinas abiertas para recibir la caricia de los primeros rayos y aunque no siempre dejo la cámara cerca de mi almohada, cuando estoy en las montañas, ella me acompaña en mis sueños para salir a atrapar la alborada.

Al acercarme a la ventana, las montañas todavía soñolientas, apenas se despertaban entre la bruma. Salí de mi habitación sin estar segura de que iba a encontrar, siempre es una sorpresa.

Caminé despacio, dejando que ese torbellino de colores me envolviera, la luz fue dejando escapar los tonos del otoño incipiente entre niebla translucida, el amarillo, el rosado, el azul profundo y el dorado.

Conduciendo entre el follaje

Estuve deslizándome entre las montañas Apalaches por una carretera estrecha rodeada de árboles altos. Me encanta dejar que el tiempo corra lento, al ritmo del paisaje. Al final de la tarde, fui a buscar mi refugio, tenía una fotografía de un denso bosque con una flecha blanca indicando el lugar. Las instrucciones eran aún más confusas, encontrar la casa marrón, cruzar la casa verde, girar a la derecha (Google aseguraba que a la izquierda) y así subí y bajé varias veces la montaña, sin prisa y disfrutando el camino hasta encontrarlo.

Mi refugio

Me encanta estar así, en ese mundo infinito, disfrutando de la paz del bosque, del canto de las cigarras y del trino de las aves. Tomé mis acuarelas y mi cuaderno y empecé a dibujar sin ninguna pretensión, jugando con los colores ocres de las hojas secas que caían suavemente de los árboles. Allí estuve hasta que la luz se me escapó.

Entré a mi refugio, un pequeño tráiler anclado entre el bosque. Alguna vez pasé unos días en uno rosado, este es verde, por fuera y por dentro. El mobiliario y la decoración son acorde con la época en que fue construido, tal vez en los años 50. Una cama, un refrigerador pequeño, un microondas y una mesa con dos sillas. El baño es afuera.

El baño

Como una curiosidad, he encontrado este tipo de baños en algunas granjas antiguas donde he dormido antes. Es una pequeña caseta de madera localizada fuera de la casa. Son bastante amplios y cómodos y no usan agua, ni tienen tanque séptico. ¡Utilizan aserrín!

Al oscurecer, me preparé para ir a tomar una ducha, cómo hacía frio, me envolví en una bata y tomé la linterna que me dejaron cerca de la puerta. Todo estaba dispuesto para tener la mejor experiencia. No me esperaba que el camino estuviera demarcado con pequeñas luces en el suelo y al instante recordé la historia de Hansel y Gretel, quienes regresaron a su casa siguiendo la piedras blancas que brillaban con la luna.

¡Tuve un momento perfecto, una ducha caliente en medio del bosque! Me encantó el contraste entre el frio del aire y el calor del agua, podía escuchar el sonido de las cigarras y el bullicio de las ardillas quienes estaban preparándose para el invierno. Las escuchaba corretear rompiendo pequeñas ramas en los árboles y dejando caer sus preciadas bellotas.

Al regresar a mi refugio, encendí el calentador y me senté a escribir y a editar mis imágenes.

Comentarios

4 respuestas a “El hechizo de las montañas Appalches”

  1. Que maravilla poder vivir esta experiencia ! Me encanta como describes la situación es y nos ayudas a transportarnos hasta esos sitios y hacer parte de tu vivencia para que no estés sola… abrazo cálido desde “Cali, la sucursal del cielo”

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