¡El amanecer es un momento mágico!

Las preciosas horas, aún antes de que salga el sol, siempre son de incertidumbre, trato de imaginarlo ¿será naranja, rosa o dorado?  ¿O estará apagado y gris? La promesa de ver este maravilloso momento me da la energía para dejar las sábanas y emprender el camino. Aunque carezcan de colores o la lluvia y la niebla lo opaquen, estas primeras horas siempre traen la promesa de un nuevo comienzo. 

Este amanecer específicamente merece una historia. 

Cuando comencé a manejar hacia Blackwater National Wildlife Refuge en Maryland, todavía era noche cerrada y no podía saber si estaba nublado o no. Al llegar a la entrada del parque donde había pensado que podía verlo y la puerta de acceso estaba cerrada.  Tomé varias carreteras alternas, pero no tenían acceso al agua. Cuando comenzó a clarear me di cuenta de que una gruesa capa de neblina cubría el horizonte. Esto podría ser bueno o malo, si la capa era muy densa, los colores serían muy apagados. Si no era densa, el sol brillaría a través de la niebla y actuaría como un filtro. 

Seguí manejando por la estrecha carretera entre los humedales, cuando de repente vi que estaba cubierta de agua. Me dio miedo seguir, ese es el tipo de situaciones en las que no se conoce la profundidad de la inundación y puede acabar en pesadilla. Ya estaba por salir el sol y decidí sacar mi cámara y esperar. Era una carretera muy estrecha, pero completamente desértica, así que pude instalar mi trípode allí en medio del camino. El problema vendría después, cuando tuviera que dar marcha atrás, pero en ese momento decidí esperar por la salida del sol y disfrutarlo. 

Fue uno de los amaneceres más hermosos que he presenciado. Cuando el círculo solar emergió a través de la niebla, absolutamente rojo y gigantesco, sentí una emoción profunda. Se podía mirar y fotografiar directamente al sol de frente porque la niebla filtraba sus rayos. 

Una vez el sol comenzó a brillar con fuerza y los mosquitos salieron a buscar su desayuno, decidí que era el momento de regresar. Dar vuelta a mi camioneta, fue otra aventura. Una y otra vez, adelante y atrás sin salir del pavimento, avanzado sólo unos centímetros en cada dirección, porque el agua llegaba exactamente hasta el borde. Finalmente lo logré y salí feliz con mis imágenes tomadas en el lugar más inesperado.

Después del amanecer viene esa hora dorada donde la naturaleza brilla y los animales se despiertan. Las ranas croan, los insectos anuncian el nuevo día con un bullicio ensordecedor y las pequeñas aves cantoras saltaban entre las flores buscando sus semillas.