Camino de Barcelos a Ponte de Lima (Día cuatro)
Iniciando el cuarto día
El tramo entre Barcelos y Ponte de Lima fue uno de los más largos del Camino de Santiago Portugués. Salimos de madrugada con un sol brillante y un cielo azul sin nubes y muy pronto nos dimos cuenta de que encontrar restaurantes o cafés abiertos sería un desafío. En los pueblos pequeños no tienen la costumbre de comer afuera y la falta de peregrinos en esta época del año lo hizo más difícil. El desayuno fue simple, sólo un pan y un jugo fresco de naranja.

¿Dónde podemos comer?
Encontrar el almuerzo fue aún más complejo. Al mediodía, cuando llegamos a un cruce, de caminos Google nos mostró solo dos lugares para comer, una cafetería y una bulliciosa casa de familia.
En el primer lugar encontramos una señora que parecía estar enferma, estaba tosiendo y nos ahuyentó con su gesto, nos fuimos con gusto, porque no estábamos dispuestos a contagiarnos del Covid que todavía andaba rondando.

El segundo lugar era una casa divertida y ruidosa, con los lugareños festejando en grandes mesas de madera. A pesar de nuestras preferencias vegetarianas, nos hicieron sitio y la anfitriona nos sorprendió con un abundante plato de sopa de pasta con carne. Sólo tomamos el pan y la cerveza y un poco de la pasta. Mientras intercambiábamos miradas de perplejidad y risas fuimos incapaces de descifrar nada de lo que nos hablaron, porque su acento portugués, era muy diferente al brasileño, que hubiera sido más fácil de entender para nosotros.
Retomando el camino
Con nuestros estómagos parcialmente vacíos, emprendimos un recorrido por colinas ondulantes y valles pintorescos. Cruzamos pequeñas granjas campesinas con ovejas pastando y viñedos centenarios. Los viñedos eran verdaderas obras de arte, con troncos retorcidos y vides que han resistido el paso del tiempo. Estas parcelas familiares son atendidas por las familias donde trabajan incluso los ancianos. Los vimos arando manualmente o con antiguos tractores, utilizando la hoz, manteniendo las cercas e incluso lavando la ropa a mano en el río.








Caminar a través de estos viejos caminos me transportó muchos siglos atrás en el tiempo. A medida que avanzábamos, los jardines vibrantes nos abrazaron con una sinfonía de abejas zumbando y una gran cantidad de flores de colores. Los muros de piedra estaban cubiertos por musgo, plantas y flores diminutas. El aire era fragante y vivo y cada paso que dábamos era un placer.










A medida que avanzamos encontramos más referencias al peregrinaje entre las paredes del camino, algunos nichos con pequeñas esculturas corroídas por los siglos, fuentes de agua, frutas, las conchas de vieira en las paredes, ermitas y árboles donde los peregrinos dejaban sus recuerdos.








Una noche encantada
Cuando cayó la noche, nos encontramos serpenteando por antiguos callejones, desgastados por el tiempo. ¡Ponte de Lima nos recibió con los brazos abiertos, una ciudad del viejo mundo con una rica historia que se remonta a sus orígenes romanos en 1125!





El atardecer sobre el rio fue muy hermoso y cuando anocheció vimos un fenómeno único, júpiter y venus parecían besarse en el cielo, de lo cerca que estaban el uno del otro. Es increíble pensar en las historias que guardan estas antiguas calles, y me sentí emocionada de poder descubrir más de esta fascinante ciudad.
Nuestro viaje continúa, lleno de encuentros inesperados, risas y momentos que desafiaron nuestras expectativas. ¡Estén atentos para el próximo capítulo de este maravilloso recorrido!
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