11. La tierra del sol del Mediodía
Cada sendero me permitía entrar en esos bosques encantados, envueltos en el suave resplandor de las primeras horas de la mañana y donde la bruma se resistía a abandonarlos. Los caminos estaban rodeados de árboles y arbustos con sus colores saturados por el agua. Las hojas que ya se habían caído tenían todavía los tonos frescos y brillantes y resaltaban contra las rocas oscuras o se deslizaban en el agua creando corrientes multicolores.

























